Introducción:
El
filósofo danés Søren Kierkegaard en su escrito Estadios en el camino de la vida
acuñó los siguientes términos para describir los tres estadios fundamentales en
el camino de la vida: estética, ética y religiosa. No pretendo abordar
estrictamente la filosofía kierkegaardiana, pero sí usaré estos términos
libremente para delinear tres actitudes vitales de la vida del ser humano.
I. La vida en
el estadio estético (lo inmediato y sensual) lo viven muchos que definen su
vida desde un punto de vista hedonista que se manifiesta como exagerado
egocentrismo y amor propio. Estos son
los que el apóstol Pablo advierte a Timoteo que evite (2 Tim. 3:2-5). Estos buscan los placeres, o sea, su búsqueda en la vida es una que se enfoca en lo material a expensas de lo espiritual. Es una
vida fragmentada ya que se vive en el momento sin definición y sin considerar a
Dios, es un rechazo de Dios. Por ende, este
tipo de vida conduce a la desesperación por que no se llega a la satisfacción
verdadera que es la espiritual.
La parábola del rico y el Lázaro es una buena base
bíblica para ver este tipo de vida. En esta historia vemos la vida estética que
vivía el rico. La biblia relata, “Había un hombre rico, que se vestía con ropa
fina y elegante y que todos los días ofrecía espléndidos banquetes” Este hombre
es un buen ejemplo de una persona esteta; que vive para sí sin considerar a los
demás. Hay unos puntos en este relato que ilustran bien claro la actitud del
hombre rico. Primeramente era rico.Hay muchas instancias en la biblia donde
vemos que las riquezas son en sí un obstáculo para el hombre que pone su
confianza en ellas. Uno de ellos fue el joven rico que no estaba dispuesto a
vender todo para seguir a Jesús. Pues,
¿de qué le sirve a un hombre ganar el mundo entero y perder su alma? (Mr.
8:36).
Sigamos con nuestro relato de la parábola del rico. El que se “vestía
con ropa fina y elegante” demuestra su actitud de vanidad. Vivía absorbido en
su orgullo a tal grado que su punto de referencia básicamente era él. También
nos dice este relato que “todos los días ofrecía espléndidos banquetes”. Este hombre es el clásico estético que solo
vive para darle rienda suelta a la vida sin ninguna responsabilidad al prójimo.
Era un Bon vivant en su estilo de vida.
Como a todos por igual, al rico le llegó el día de su muerte. Es aquí
donde vemos el resultado de su vida de placeres.
II. La otra
es la vida del hombre ético. Este vive con propósito en la vida, pero es un
estilo de vida que requiere mucho esfuerzo para mantener el su estatus ya que
demanda satisfacer o hacer obras para obtener la salvación. La vida ética puede ser una vida catalogada
al borde de la hipocresía. Un ejemplo de esta clase de vida es el intérprete de
la ley en el relato de la parábola del Buen Samaritano. En Lucas 10:25 dice, “Y he aquí, cierto
intérprete de la ley se levantó, y para ponerle a prueba dijo: Maestro, ¿qué
haré para heredar la vida eterna?” Esta pregunta está fuera de orden ya que la
hizo maliciosamente con el propósito de probar a Jesús. El cómo intérprete de
la ley sabía la contestación. Por eso Jesús no se molestó en contestarle su
pregunta, sino que le hace una pregunta para que el hombre se la conteste a sí
mismo. Ya todos sabemos la historia.
III. El
último estadio es el religioso. Debido a que el vocablo ‘religioso’ puede tener
una connotación negativa en nuestra época, vamos a catalogar este estadio como
la persona que teme a Dios. El mejor ejemplo que puedo dar es el del buen
samaritano. Una historia que siempre me ha fascinado por su sencillez, pero con
su profundidad ética. Es una enseñanza tan sencilla y embarcadora. En este
estadio aprendemos que el amor es movimiento; es acción. Acción dirigida hacia
el otro, o sea, hacia el prójimo. No puede haber amor sin acción, o sea, sin
ser expresado.
El amor se preocupa por el acompañamiento del herido
y no por ejercer una religiosidad —como dice San Pablo— por sobre la ley, pues
obra por amor, y no por el deber de una obligación ética. Como bien claro lo expresa Dorothee Sölle,[1]
“Podemos
cambiar las condiciones sociales bajo las cuales sufren los seres humanos.
Podemos cambiar y aprender del sufrimiento en vez de empeorar. Podemos, de
forma gradual, hacer retroceder y suprimir incluso aquel sufrimiento que se
produce para provecho de unos pocos. Pero en todos estos caminos tropezamos con
fronteras que no se dejan traspasar. No solo la muerte es una de esas
fronteras. También se nos presentan el embrutecimiento y la falta de
sensibilidad, mutilaciones y heridas que ya no se pueden eliminar. El único
medio de traspasar estas fronteras consiste en compartir el dolor con los que
sufren, no dejarlos solos y hacer más fuerte su grito”.
La pregunta que nos surge inmediatamente es qué
movió a este hombre a tomar acción. El buen samaritano es una gran expresión de
amor sincero en acción. Creo que no fue movido meramente por una
responsabilidad social, sino por un amor a la humanidad representado por el
hombre herido. En esta historia Jesús nos enseña que no era el sentido moral de
hacer el bien, lo que se conoce en la filosofía kantiana como el ‘imperativo
categórico’. O sea, una filosofía que hace al sujeto moverse por el deber y no
por amor. El buen samaritano fue movido no por un deber social, sino porque fue
‘movido a misericordia.’ La misericordia lo llevó hacer más allá de lo que el
deber le hubiese dictado. Veamos lo que hace una persona que teme a Dios:
Vino
cerca de él
Le
vio
Fue
movido a misericordia
Se
acercó
Vendó
sus heridas
Le
echó aceite y vino
Lo
puso en la cabalgadura
Lo
llevó al mesón
Cuido
de él
Pagó
la estadía en el mesón
Encomendó
su cuidado al mesonero
Aun
después de irse, muestra preocupación y está dispuesto a pagar lo que gaste de
más.
El modelo de la praxis solidaria, inclusiva y
amorosa del buen samaritano, sería el modelo a seguir en esta sociedad llena de
religiosos hipócritas que no mitigan el sufrimiento apremiante del prójimo,
sino que quieren explicar la realidad injusta y sufriente del mundo con sus
concepciones abstractas y huecas. ¿Con
cuál de estos tres estadios nos podemos identificar?
[1] D. Sölle, Sufrimiento
(Salamanca: Sígueme, 178), p. 180.
Como siempre hermano, tremendo tema. En respuesta a su pregunta, yo personalmente quisiera identificar con ese amor del buen samaritano, pues mi gozo es ayudar al necesitado y cuidar de el, como Dios me ha amado y cuidado. En torno a las iglesias y los estadios que presentaste; entiendo que la iglesia de hoy es una Estetica, Etica y Religiosa. Estetica, por que hoy dia, la iglesia quiere aparentar que esta todo bien, que nada les falta; cada vez buscan mas el tener un gran templo, mejores escenarios, los mejores que viste y con mejores autos, haciendose asi vanidosa. Las escrituras que presentaste referente al estadio estetico me hace pensar en aquella iglesia que ve al desamparado en la orilla de la calle y no le da ni un centavo, de igual manera, esta rodeada de vecindarios de bajos recursos y no ayudan al vecino, mas para "aparentar," dicen que ayudan en misiones. El segundo estadio, el etico, lo pude comparar con una iglesia que dice estar siempre "correcta" y se enfoca tanto en que no se vea una falta, que descuida lo que en realidad tiene que hacer, alcanzar al perdido. Sin embargo si hablamos del tercer punto; y nos referimos, como usted menciona, al temor a Dios, este, ya casi no se encuentra, pocas son las iglesias que viven asi y se dejan guiar por este temor. Si asi fuera! wow, seria otra la historia. Dios le continue bendiciendo y gracias por que de esta maneras sacio mi apetito de aprendizaje.
ReplyDeleteMuchas gracias Chris por tu apoyo. Comparte con otros este blog para que siga creciendo y para que se de impacto para todos los que lo leen.
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