Monday, October 27, 2014

Divino Encanto


Gracias por tus regalos…

Mi amor, sabes muy bien cómo me haces sonreír...
Sabes que enjugas mis lágrimas y cambias mi sentir...

Seguiré esperando tu abrazo día a día...
Tu amor ha cambiado mi vida y trajo mejoría...

Cerca de mi te mantendré y no te dejaré volar...
No te abandonaré, no te soltaré, no dejaré de luchar…

Te amo, sí más que ayer y mañana aún más...
Me cuesta tanto decirte adiós porque sé que los días y las noches
No tendrán fin y mi corazón no descansará sin tus roces




Wednesday, October 22, 2014

Los pobres como lugar teológico

Los pobres como lugar teológico es una realidad patente que no se disipa. El mismo Jesús dijo, “Porque a los pobres siempre los tendréis con vosotros…” (Mr. 14:7).  Como lugar teológico no es una categoría conceptual, sino más bien una realidad empíricamente histórica que se desborda en nuestros entornos y no se puede ignorar. Quisiere indicar que la concreción de esta realidad vivida no es un caso aislado, sino un fenómeno que grita por nuestra atención.  Lo primero es la realidad, en la que Jesús nació y se crio en un lugar pobre.  La primera indicación de esto es que nació en un pesebre (Lc. 2:6, 7). Luego sus padres llevaron a Jesús al templo y ofrecieron según la ley de Moisés para los pobres, dos tórtolas o dos palominos como sacrificio (Lc. 2:21-38). Se crio en Nazaret de Galilea, donde “¿Puede algo bueno salir de Nazaret? (Jn. 1:46).

De aquí proponemos, por lo pronto, que desde el punto bíblico el problema de la pobreza y los pobres no es un punto abstracto. Por eso tenemos que volver una y otra vez al Jesús encarnado, ordinario y pobre para que veamos en los pobres no seres extraños, sino como una realidad que merece nuestra inmediata atención. Quiere decir, pues, que los pobres no son objetos de la misericordia de la iglesia, sino que son sujetos que están intrínsecamente vinculados con nuestra realidad empírica histórica, por ende, ameritan nuestra atención inmediata. Por esta razón no promulgamos una teología de la liberación, sino una teología desde la perspectiva del pobre en la que se busca subsanar sus necesidades no con una revolución marxista, sino por medio de una praxis de misericordia, juicio y justicia en el contexto de la vida de Jesús.
 
Hace poco escribí sobre los pobres como lugar teológico de una realidad patente que no se disipa. En esta teología se busca la perspectiva del pobre, del marginado, del impotente, y del oprimido. Es en este lugar donde radica esta teología desde la perspectiva del pobre. Por consiguiente, la lección que tenemos que aprender como cristianos, en particular los que poseen riquezas materiales, tenemos que aprender qué es justicia desde la perspectiva bíblica. Así como el joven rico miraba el cristianismo desde una perspectiva del “yo”, de la misma manera los ricos del mundo marginan a los pobres y se concentran en sí mismos.

Es en este lugar teológico de los pobres donde tenemos que practicar justicia. Justicia es hacer el bien al prójimo sin hace acepción de personas. El sistema de justicia que practicamos está viciado y necesita una transfusión de la justicia de Dios. Necesita un efluvio directo de la presencia del Espíritu de Dios. Nuestras instituciones eclesiales hoy fallan porque muchas son una contradicción al concepto bíblico de justicia como igualdad hacia todos.

Durante la Segunda Guerra mundial, muchas iglesias cristianas abrazaron al nazismo déspota. Un pequeño grupo de cristianos se oposición al gobierno y muchos murieron en los campos de concentración. Dietrich Bonhoeffer fue uno de ellos. Un hombre de carácter verdaderamente notable. Un brillante estudiante de teología; obtuvo su doctorado a la edad de veintiún años. Se le ofreció un puesto de profesor en el Union Theological Seminary de Nueva York en 1939, pero finalmente se decidió que si quería servir a sus compatriotas alemanes como un ministro cristiano durante la guerra inminente, él tendría que regresar a su tierra natal y sufrir con ellos. Fue ejecutado a la edad de treinta y nueve años en un campo de concentración nazi.

Millones murieron en los campos de concentración mientras muchos “cristianos” hablan de justicia. ¿Qué justicia? La justicia hipócrita de una religión muerta que carece de compasión. Una justicia muerta que apesta porque está muerta y lo que emana es la hipocresía de una iglesia que ha perdido la perspectiva cristiana y ha puesto su vista en el bienestar propio. ¿Justicia? El profeta Amós lo explica, las injusticias de los religiosos así: ricos “que oprimís a los débiles, que maltratáis a los pobres” (4:1), y que “vosotros pisoteáis al débil, y cobráis de él tributo de grano” (5:11), y son “los que pisoteáis al pobre y queréis suprimir a los humildes de la tierra” (8:4), vendiendo gente como esclavos (2:6), falseando las medidas y aumentando los precios (8:5), y se puede ver que los jueces mismos son parte de esta práctica de injusticia (5:7;10:12). ¡Dios tenga misericordia de nosotros!            

      

Breve semblanza intelectual del Profesor Dr. Luis Rivera Pagán


En honor al distinguido Dr. Luis Rivera Pagán he emprendido esta brevísima semblanza de este ilustre teólogo e historiador de teología por excelencia. El Dr. Rivera Pagán nos ofrece un monumental repertorio de pensamiento teológico e histórico en sus numerosos libros y artículos. Nacido en San Juan, P.R., en 1942. Pertenece a la Iglesia Bautista y desde joven ha estado envuelto en círculos de actividades cívicas en busca de un cambio positivo para nuestro mundo.
Mi acercamiento a sus obras comenzó con la lectura de su libro Senderos teológicos: el pensamiento evangélico puertorriqueño. Un pequeño pero enjundioso libro que me ha emprendido en un camino de teología y filosofía en el ámbito puertorriqueño. Pronto estaré incursionando, más adelante, en sus obras más voluminosas, especialmente: A la sombra del armagedón: reflexiones críticas sobre el desafío nuclear, La paradoja de la razón: Filosofía y religión en Domingo Marrero Navarro, Liberación y paz: reflexiones teológicas desde América Latina, Fe y cultura en Puerto Rico y Evangelización y violencia: La conquista de América.
Basado en tres preguntas que le hice al Dr. Rivera Pagán sobresalen tres conceptos y líneas de pensamiento en su ponencia histórica-teológica:

1.  ¿Cómo usted continuaría esta oración? La historia es…, a la que él agrega: “El escenario de los encuentros y desencuentros entre Dios y la humanidad”.

2.  ¿Qué rol juega la resurrección de Cristo en el panorama histórico? La cual el ilustre profesor contesta: “Desde la perspectiva de la fe, la resurrección de Cristo es la confirmación del amor eterno de Dios a la humanidad, la consumación de la Encarnación del Verbo y el fundamento de las esperanzas humanas.”

3.  ¿Cuál es el rol de la escatología en el panorama histórico? ¿Qué usted diría al respecto? Su contestación es: “La esperanza de un mundo radicalmente distinto, donde cesen las guerras y violencias e imperen la paz y la justicia.”
Partiendo de sus tres contestaciones vemos que la historia es, para Rivera Pagán, como él dijo “el escenario de los encuentros y desencuentros entre Dios y la humanidad”. Su contestación me agradó ya que su perspectiva viene desde una vertiente bíblica. Al ir al texto bíblico podemos ver ese encuentro entre Dios y la humanidad iniciado en la relación de Dios con Adán y Eva. El desencuentro se realiza al ellos caer o mejor dicho, a la ruptura de la relación íntima que había entre Dios y ellos. Pero ese “desencuentro” podría catalogarse como una ruptura en la relación Dios-humanidad en la caída relatada en Génesis 3. En sí  podemos decir que hubo un “desencuentro” ya que vemos a Dios por el jardín buscando reanudar ese encuentro que al principio tuvo con el hombre y la mujer, “Y el SEÑOR Dios llamó al hombre, y le dijo: ¿Dónde estás tú?” (Gen.  3:9).
Considero que la contestación a la segunda pregunta respecto a la resurrección en su rol en el panorama histórico, Rivera Pagán fue bien explícito en su pensamiento teológico. Nos da tres puntos muy significativos los cuales son de suma importancia para la historia de la humanidad. Él dice: “Desde la perspectiva de la fe”:
a)  la resurrección de Cristo es la confirmación del amor eterno de Dios a la humanidad
b)  la consumación de la Encarnación del Verbo
c)  el fundamento de las esperanzas humanas  
El punto “a” es de suma importancia en la fe cristiana ya que el mismo apóstol Pablo dice, “y si Cristo no ha resucitado, vana es entonces nuestra predicación, y vana también vuestra fe” (1 Cor. 15:14). El panorama de la historia sería diferente si no tuviésemos la resurrección de Cristo como eje histórico de la humanidad. La resurrección de Cristo le da un significado eterno y metafísico a la humanidad. En cambio, la filosofía de la materia concibió la historia universal como el desarrollo de la materia al cual Feuerbach dio mucho énfasis y Marx adhiere su pensamiento del cual fundó el materialismo dialéctico; que para él ontológicamente, no hay más que materia.   
El punto “b” es bien explicado por el apóstol Juan al proclamar, “… y aquel verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros…” (Juan 1:14). El verbo encarnado es el Cristo histórico, el Cristo hombre que viene a la humanidad para reanudar el encuentro entre Dios y el hombre. El verbo encarnado, muerto y resucitado trae esperanza a la humanidad, el cual es el punto “c”. La resurrección es “el fundamento de las esperanzas humanas” ya que históricamente el ser humano lo que ha traído y augura es un hecatombe jamás visto en la historia de la humanidad. “Sin el fundamento de las esperanzas humanas” el humano se encontraría inerme frente a los grandes problemas humanos  con los que ha venido luchando en su historia. 
La tercera pregunta, sobre el rol de la escatología en el panorama histórico, el profesor pone su lente en “La esperanza de un mundo radicalmente distinto, donde cesen las guerras y violencias e imperen la paz y la justicia.” El pensamiento de Rivera Pagán nos brinda una escatología que no se enfoca en la “doctrina acerca de las últimas  cosas” sino en una visión escatológica presente. Considero que el profesor centra su enfoque en la esperanza y la promesa de Dios fundamentadas en la resurrección de Cristo y el derramamiento del Espíritu Santo como medio para una vida más armoniosa y constata que la escatología que él profesa tiene miras en el presente bien concreto.

El advierte, “O aprendemos a vivir juntos en armonía, en diálogo, en paz y sin violencia en este planeta que nos cobija a los cristianos, a los islamitas… o si no el Siglo 21 va a hacer palidecer al 20 como un siglo de guerras de violencia y de enfrentamientos sangrientos”. [1]
En fin, se podría seguir escribiendo mucho sobre el legado del Dr. Rivera Pagán a la Iglesia contemporánea, pero fundamentalmente, más allá de lo que podamos decir, una cosa es cierta, su capacidad totalizadora del trabajo de investigación que él hace en todos sus escritos se evidencia en la profundidad de su pensamiento intelectual y su absoluta seriedad al tratar los asuntos de la teología e historia teológica. Quiero también agregar, con sumo respeto, que entre las cosas que también he podido percibir en mi trato con este gran ser humano es su humildad y sinceridad de expresión.

Concluyo esta brevísima semblanza intelectual de Luis Rivera Pagán, diciendo que sus escritos nos brindan un monumental legado de pensamiento histórico teológico con un rigor poco común que enlaza un diálogo con la teología y la filosofía y la historia en un mundo que cada vez más se encuentra en necesidad de intelectuales que nos brinden lucidez en medio de la oscuridad. 


[1] La lucha por la paz en la nueva coyuntura internacional Cátedra UNESCO de Educación para la Paz Facultad de Educación, Universidad de Puerto Rico 26 de feb. de 2002.

Tuesday, October 21, 2014

Can we autocorrect humanity?

A Facebook friend of mine share a video, can we autocorrect humanity? I watched the video intently and was amazed at how accurately it describes the way we are today. The video starts by saying that “the average person spends four years of his life looking down at his cell phone.” Considering that it takes less than 4 years to get a bachelor’s degree, this is indeed ironic. It is ironic because technology instead of uniting us it separates us from each other. It is ironic because technology made touch screen easy, but failed to get us to touch each other.  We caress our I-phones, tablets, laptops, and all the gadgets that enslave us more than we caress our spouse, children, and the world at large. 

The video talks about a world of I-phones, I-macs, I-Pads, so many I’s… Yes, so many I’s engrossed in “selfies.”  The cliché phrase “me, myself, and I” have taken a prominent position in our society. I remember a time when I can home from school, immediately dropped my books, changed my school cloths, and ran outside to play with my friends. I ran, played ball, laughed, shared, touched, enjoyed, talked, and did so many other things that enriched my life to the fullest. Today our children come home from school, go to their room, drop their books and immediately grab their I-phone, their tablets, and start to chat, surf the internet, and they can remain there by themselves for many hours on end. Joe Robinson writes,

“It's a little ironic that, as social media pushes the virtual friend count to new heights, the culture as a whole is getting ever more isolated. Researchers say that Americans have fewer close confidants outside family than ever before. One in four have no confidants at all. A study at the University of Michigan reported that 75 percent of college students have lower empathy than their peers did 30 years ago, which isn't going to boost the social cause; neither will a spike in students' narcissism over that same period, documented in research at San Diego State University.[1]

Two words in this quote call my attention, “empathy” and “narcissism.” Empathy is, according to Merriam-Webster dictionary, “the feeling that you understand and share another person's experiences and emotions: the ability to share someone else's feelings.” The operant meaning in “empathy” is “sharing”.  Sharing in person and up close. Sharing to the point of touching the other person. Imaging how different the story of the Good Samaritan would be in today’s social networking environment. Let's recount the story in our social networking context:
Jesus replied with an illustration: “A Jew going on a trip from Jerusalem to Jericho was looking down his I-phone, when he was attacked by bandits. They stripped him of his I-phone, his clothes and money, and beat him up and left him lying half dead beside the road.
 By chance a Jewish priest came along; and he didn’t see the man lying there because he was reading his email as he was walking, he kind of glanced around to watch where he was walking, and crossed to the other side of the road and passed him by.  A Jewish Temple-assistant  passed by but he was so interested in the postings on Facebook that he walked over and looked at him lying there, but then went on because his attention was focus on the messages on his Timeline.
A Samaritan came along, he was listening to Napoleon Hill’s teaching Think and Grow Rich, and when he saw him, he felt perturbed. He knelt beside him, pulled his I-phone out and called 911.  He thought about helping the man, but he thought this might bring him a lawsuit or something like that. So he stayed there listening to Think and Grow Rich while he waited for the paramedics. The paramedics came and took him to the hospital. He told them to take care of the man. ‘If he got well send me a text at my number,’ he said, ‘I’ll be waiting for it.’
Now what do you think of this story? I know it is an exaggeration, but the point is there. Our society has because self-indulged in their own little world. This is where the word “narcissism” comes to the forefront. “Narcissism” is according psychoanalysts, “self-centeredness arising from failure to distinguish the self from external objects”. Isn’t this what happening in our society? Many of the school shootings in America have been done by “self-centered, deranged, unbalanced individuals that for the most part, lived a submerged existence in the networking media world.
I don’t want to generalize the situation, but the evidence before us is alarming. Dr. Jim Taylor writes,
“Perhaps the most comprehensive study to date found that Facebook overuse among teens was significantly correlated with narcissism. Among young adults, Facebook overuse was also associated with Histrionic Personality Disorder, Antisocial Personality Disorder, Bipolar Disorder, and Sadistic, Passive-Aggressive, Borderline, Paranoid, and Somatoform Personality Disorders. This study also explored the strength of Facebook use as a predictor of these psychiatric disorders and found that, even when demographics, such as age, gender, median income, ethnicity, and education were controlled, Facebook use was one of the three strongest predictors.[2]
The question before us is, can we auto-correct humanity? I believe the question is problematic in itself because we cannot auto-correct humanity when humanity is auto-inflicting their own maladies by ignoring a glaring problem before them.  It's a fact, to solve a problem we must first acknowledge we have a problem, but what is going on is that we know there is a problem, but we want to ignore it and let humanity auto-correct itself. 
____________________________  
[1] Joe Robinson, “Is Social Networking Destroying Our Social Lives?,” The Huffington Post (blog), February 1, 2011, accessed October 21, 2014, http://www.huffingtonpost.com/joe-robinson/social-network_b_816108.html.
[2] Jim Taylor, “The Bad, the Ugly, and the Good of Children's Use of Social Media,” The Huffington Post (blog), May 28, 2013, accessed October 21, 2014, http://www.huffingtonpost.com/dr-jim-taylor/the-bad-the-ugly-and-the_b_3346768.htm.

Saturday, October 18, 2014

Gott mit uns


Según la concepción de la filosofía nietzscheana, la verdad es una conquista de la voluntad de poder. O sea, los que están en el poder tienen la capacidad de imponer su interpretación de lo que es la verdad. Esta fue la decepción que utilizó Hitler en su ascensión al poder. De ahí que los nazis definieron su concepción de la verdad y racionalizaron sus más horrendas maquinaciones mortíferas.  Usaron la razón con instrumento de muerto y el desastre fue una hecatombe masiva que anonadó al mundo.
                                                    
La manipulación de la “verdad” ha sido un fenómeno que lo vemos a través de la historia. El ser humano buscando la verdad no se percata del engaño solapado que existe en la sociedad. Jesús dijo, “Mirad que nadie os engañe” (Mateo 24:4).  Es imprescindible saber que existen muchas “verdades” de acuerdo a la concepción y construcción del ser humano. Más la única verdad que no fue construida y que es desde la eternidad a la eternidad es Jesucristo.

Creo que el anticristo utilizará las mismas maquinaciones que han sido efectivas durante toda la historia para engañar a las masas. Muchos caerán en esa red. Un ejemplo clásico fue la iglesia cristiana, los musulmanes, y la iglesia católica apoyando el nazismo en Alemania. La diferencia para esta época será que los verdaderos cristianos se han ido con Cristo y los pseudo-cristianos se quedaran para ayudar con instalación de un sistema que será el peor de la historia humana.           

Friday, October 17, 2014

Tres estadios de la vida humana: un abordaje critico desde la perspectiva bíblica

Introducción:                                                                                                                                                                                                                                                                                                                           
El filósofo danés Søren Kierkegaard en su escrito Estadios en el camino de la vida acuñó los siguientes términos para describir los tres estadios fundamentales en el camino de la vida: estética, ética y religiosa. No pretendo abordar estrictamente la filosofía kierkegaardiana, pero sí usaré estos términos libremente para delinear tres actitudes vitales de la vida del ser humano.

I.  La vida en el estadio estético (lo inmediato y sensual) lo viven muchos que definen su vida desde un punto de vista hedonista que se manifiesta como exagerado egocentrismo y amor propio.  Estos son los que el apóstol Pablo advierte a Timoteo que evite (2 Tim. 3:2-5).  Estos buscan los placeres, o sea, su búsqueda en la vida es una que se enfoca en lo material a expensas de lo espiritual. Es una vida fragmentada ya que se vive en el momento sin definición y sin considerar a Dios, es un rechazo de Dios.  Por ende, este tipo de vida conduce a la desesperación por que no se llega a la satisfacción verdadera que es la espiritual.

La parábola del rico y el Lázaro es una buena base bíblica para ver este tipo de vida. En esta historia vemos la vida estética que vivía el rico. La biblia relata, “Había un hombre rico, que se vestía con ropa fina y elegante y que todos los días ofrecía espléndidos banquetes” Este hombre es un buen ejemplo de una persona esteta; que vive para sí sin considerar a los demás. Hay unos puntos en este relato que ilustran bien claro la actitud del hombre rico. Primeramente era rico.Hay muchas instancias en la biblia donde vemos que las riquezas son en sí un obstáculo para el hombre que pone su confianza en ellas. Uno de ellos fue el joven rico que no estaba dispuesto a vender todo para seguir a Jesús.  Pues, ¿de qué le sirve a un hombre ganar el mundo entero y perder su alma? (Mr. 8:36). 

Sigamos con nuestro relato de la parábola del rico. El que se “vestía con ropa fina y elegante” demuestra su actitud de vanidad. Vivía absorbido en su orgullo a tal grado que su punto de referencia básicamente era él. También nos dice este relato que “todos los días ofrecía espléndidos banquetes”.  Este hombre es el clásico estético que solo vive para darle rienda suelta a la vida sin ninguna responsabilidad al prójimo. Era un Bon vivant en su estilo de vida.  Como a todos por igual, al rico le llegó el día de su muerte. Es aquí donde vemos el resultado de su vida de placeres.

II.  La otra es la vida del hombre ético. Este vive con propósito en la vida, pero es un estilo de vida que requiere mucho esfuerzo para mantener el su estatus ya que demanda satisfacer o hacer obras para obtener la salvación.  La vida ética puede ser una vida catalogada al borde de la hipocresía. Un ejemplo de esta clase de vida es el intérprete de la ley en el relato de la parábola del Buen Samaritano.  En Lucas 10:25 dice, “Y he aquí, cierto intérprete de la ley se levantó, y para ponerle a prueba dijo: Maestro, ¿qué haré para heredar la vida eterna?” Esta pregunta está fuera de orden ya que la hizo maliciosamente con el propósito de probar a Jesús. El cómo intérprete de la ley sabía la contestación. Por eso Jesús no se molestó en contestarle su pregunta, sino que le hace una pregunta para que el hombre se la conteste a sí mismo. Ya todos sabemos la historia. 

III.  El último estadio es el religioso. Debido a que el vocablo ‘religioso’ puede tener una connotación negativa en nuestra época, vamos a catalogar este estadio como la persona que teme a Dios. El mejor ejemplo que puedo dar es el del buen samaritano. Una historia que siempre me ha fascinado por su sencillez, pero con su profundidad ética. Es una enseñanza tan sencilla y embarcadora. En este estadio aprendemos que el amor es movimiento; es acción. Acción dirigida hacia el otro, o sea, hacia el prójimo. No puede haber amor sin acción, o sea, sin ser expresado.

El amor se preocupa por el acompañamiento del herido y no por ejercer una religiosidad —como dice San Pablo— por sobre la ley, pues obra por amor, y no por el deber de una obligación ética.  Como bien claro lo expresa Dorothee Sölle,[1]

“Podemos cambiar las condiciones sociales bajo las cuales sufren los seres humanos. Podemos cambiar y aprender del sufrimiento en vez de empeorar. Podemos, de forma gradual, hacer retroceder y suprimir incluso aquel sufrimiento que se produce para provecho de unos pocos. Pero en todos estos caminos tropezamos con fronteras que no se dejan traspasar. No solo la muerte es una de esas fronteras. También se nos presentan el embrutecimiento y la falta de sensibilidad, mutilaciones y heridas que ya no se pueden eliminar. El único medio de traspasar estas fronteras consiste en compartir el dolor con los que sufren, no dejarlos solos y hacer más fuerte su grito”.

La pregunta que nos surge inmediatamente es qué movió a este hombre a tomar acción. El buen samaritano es una gran expresión de amor sincero en acción. Creo que no fue movido meramente por una responsabilidad social, sino por un amor a la humanidad representado por el hombre herido. En esta historia Jesús nos enseña que no era el sentido moral de hacer el bien, lo que se conoce en la filosofía kantiana como el ‘imperativo categórico’. O sea, una filosofía que hace al sujeto moverse por el deber y no por amor. El buen samaritano fue movido no por un deber social, sino porque fue ‘movido a misericordia.’ La misericordia lo llevó hacer más allá de lo que el deber le hubiese dictado. Veamos lo que hace una persona que teme a Dios:

Vino cerca de él
Le vio
Fue movido a misericordia
Se acercó
Vendó sus heridas
Le echó aceite y vino
Lo puso en la cabalgadura
Lo llevó al mesón
Cuido de él
Pagó la estadía en el mesón
Encomendó su cuidado al mesonero
Aun después de irse, muestra preocupación y está dispuesto a pagar lo que gaste de más.

El modelo de la praxis solidaria, inclusiva y amorosa del buen samaritano, sería el modelo a seguir en esta sociedad llena de religiosos hipócritas que no mitigan el sufrimiento apremiante del prójimo, sino que quieren explicar la realidad injusta y sufriente del mundo con sus concepciones abstractas y huecas.  ¿Con cuál de estos tres estadios nos podemos identificar? 
   
 [1] D. Sölle, Sufrimiento (Salamanca: Sígueme, 178), p. 180.


Thursday, October 16, 2014

Entre el bien y el mal

La primera pregunta hecha en la Biblia fue la que le hizo Dios a Caín  “… ¿Dónde está Abel tu hermano?, Y la segunda fue la que le hizo Caín a Dios con desdén, “él respondió: No sé. ¿Soy yo acaso guarda de mi hermano?” (Gén. 4:9). Esta pregunta es más que un monolito hermético, no se quedó plasmada en las páginas del Génesis como un testimonio del carácter de un hombre quien no se preocupó por su hermano. En sí su respuesta es una de desdén y despreocupación por su prójimo.

Cuando esto sucede, el principio de la alteridad (el otro) que el filósofo Emmanuel Lévinas enseña es violado. En Ética filosófica de Emmanuel Lévinas en obra Totalidad e infinito, Mario García  ha escrito una síntesis sobre esta filosofía del otro. Él dice:

Lévinas observa que los filósofos occidentales habían creado una filosofía preocupada por el ser (la esencia) e ignorando al otro (sujeto). Olvidaron el valor de la persona, sus sentimientos, su dignidad, etc. Sin embargo, nuestro autor advirtió que a causa de esta filosofía habíamos conseguido más aspectos negativos que positivos. Es decir nos condujeron a una sociedad donde lo más importante era el ser, el ego cartesiano y el ensimismamiento. Dicho de otra manera crearon un mundo con violencia, egoísmo, individualismo, donde el que sobrevive es el más fuerte, e ignoraron los aspectos básicos de carácter ético.[1]

El relato de Caín y Abel tiene una profundidad insólita. Nos hace cuestionar que implicaciones morales puede surgir de este mal. Tal parece que venció el mal sobre el bien y hubo una sublevación de lo malo contra lo bueno. Nos parece como una conquista del mal. Pone realmente en perspectiva la condición humana e ilustra el paralelismo que existe entre la realidad de la sociedad en que vivimos. Nuestra sociedad se ha desviado de los principios o valores judeo-cristianos y se ha abarrotado hacia una moral relativista donde cualquier cosa va; una sociedad más permisiva y pluralista que descuenta a Dios y agrede a su hermano sin justicia. Se ha olvidado del mandamiento, “Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Marcos 12:31). Bien advirtió José Martí, “Un pueblo irreligioso morirá, porque nada en el alimenta la virtud. Las injusticias humanas disgustan de ella; es necesario que la justicia celeste la garantice.”[2]

¿Por qué Caín se erige como asesino de su hermano? ¿Cuáles son sus motivos inconscientes? ¿Carecía Caín de la inclinación de hacer el bien?  O sea, ¿no actuó de acuerdo al deber de hacer el bien?  Este es el principio que enseña Kant, que el deber es la fuerza motriz de nuestra moral. Por otra parte, Max Scheler postulaba que el hombre es formado y moldeado en su conducta y ser moral más, siguiendo el ejemplo que siguiendo normas.[3] El deber y el ejemplo son conceptos aprendidos en el desarrollo de la personalidad.  Si lo miramos de este punto, entonces  obviamente, podemos decir que hubo una falta fundamental en la formación moral de Caín.  ¿Podemos inferir que Caín no se le enseñó deberes y no hubo buenos ejemplos en su vida?
 
Cuando queremos explicar la falla en el carácter de Caín, según Kant y Scheler, podemos decir que el carecía de la inclinación de hacer el bien (Kant) o que carecía de ejemplos que formaran su carácter (Scheler). Si es así, Caín actuaba de acuerdo a un instinto egoísta que lo movía a obtener lo que quería sin impórtale como. Si este fuera el caso, Dios no podía juzgarlo por el crimen que había cometido ya que nadie le enseñó el deber y ni le dio un ejemplo consecuente. Pero este no es el caso porque Caín, primeramente, cuando Dios le pregunta dónde está su hermano, su respuesta es una mentira ya que contestó, “No sé”.  Él sabía dónde estaba su hermano.  Luego al ser confrontado por Dios el reconoció su mal, “Y dijo Caín a Jehová: Grande es mi castigo para ser soportado” (Gén. 4:13). Juan en su primera carta nos dice que Caín “era del maligno” y “sus obras eran malas” (1 Juan 3:12) y Judas nos dice que era “corrupto” (Judas 11). Ambas condiciones son reflejos de su carácter malévolo. En su libre albedrío optó por seguir el camino que él quiso. Quiérase decir que el pecado en él era su señor. Dios le dijo, “el pecado está esperando el momento de dominarte[4] (Gen. 4:7).

La historia de Caín no nos habla de la condición moral de un hombre, sino de la condición moral de la humanidad en general. Esta historia implica la cuestión del lazo social que existe en el concepto mismo de “fraternidad”, o sea, de comunidad “fraternal”, que nos evoca la relación entre estos hermanos que son representativos de la relación existente de los seres humanos en sociedad. Nos presenta un nefasto acto singular en los albores de la humanidad. Un acto que se ha multiplicado geométricamente hasta formar un derramamiento de sangre inocente que nos hace cómplices y no está ajeno a la justicia de Dios. 

La historia evidencia esta condición interna del hombre que no se acata al mandamiento “no matarás” y actúa controlado por su concupiscencia en detrimento de toda la humanidad.  Llora el alma inocente al ver las injusticias perpetradas en contra del débil e indefenso. En nuestra historia contemporánea hay una gama de figuras que derramaron su sangre por amor y no como un acto criminal en contra de la humanidad. Figuras como José Martí, Gandhi, Martin Luther King, Jr., por mencionar algunos.  Los nombres llenan volúmenes. Más sobre todo este listado de mártires sacrificados en el altar del sacrificio por su hermano sobresale Jesucristo. El hombre inocente quien extendió sus brazos voluntariamente y abrió sus manos prodigas en un acto incomparable de amor y derramó sangre inocente que nos lava de la condición que roba la dignidad y atrofia la imagen de Dios en nosotros. Un acto de sacrificio que invirtió el logro del mal sobre el bien y vino a exaltar bien sobre el mal.   

El salmista implora a Dios, “Hazme justicia, oh Dios, y defiende mi causa contra una nación impía; líbrame del hombre engañoso e injusto” (Salmo 43:1).  La justicia ha dado su veredicto en contra de la humanidad culpable y el juicio se llevará a cabo en la corte suprema del gran Dios quien juzgara justamente.  El gran apóstol nos advierte, “…  el cual pagará a cada uno conforme a sus obras: vida eterna a los que, perseverando en bien hacer, buscan gloria y honra e inmortalidad, pero ira y enojo a los que son contenciosos y no obedecen a la verdad, sino que obedecen a la injusticia…” (Rom. 2:6-8). 




               [1] Mario García, “Ética filosófica de Emmanuel Lévinas en Obra Totalidad e Infinito,” Monografias.com, 30 de abril de 2010, (consultada el 23 de enero de 2014), http://www.monografias.com/usuario/perfiles/mario_garcia_20/monografias.
   [2] José Martí, Obras completas, Editorial de Ciencias Sociales, 1991, T. 19, págs. 391-392.
   [3] Alfons Deeken, Process and Permanence in Ethics: Max Scheler's Moral Philosophy. (New York: Paulist Press, 1974), 10-11.
                 [4] Versión Dios Habla Hoy



Wednesday, October 15, 2014

The Liberating Spirit

I have read and studied Dr. Villafañe’s book, The Liberating Spirit, and I have come to these conclusions: we cannot preach or teach a gospel of prosperity as a means of improving the financial condition of society. The problem of sin and evil must be aggressively addressed and dealt with an ethics based on the Holy Spirit. Many forms of approaches have been tried, but to no avail. The situation here in Puerto Rico is increasingly deteriorating. Just recently our professor was questioning the fact that in Guatemala and Puerto Rico, although the Evangelical church is the predominant church, the societal problems are more acute. 

I have considered that our focus has been on people’s needs and wants. For this reason, the prosperity teaching has thrived. Nevertheless, sin and evil have being sterilized and cast to oblivion. Guatemala has one of the largest churches in Central America, but the country is mired in poverty and crime. This is not the way to promote a healthy society. What is being created is a society which lives according to their wants and not according to God’s will which can be known if we walk in the Spirit. What is going on is that we have a church that is self-served rather than a church that seeks to find the will of God by walking in the Spirit. 


The challenge is great for Hispanic leaders to lift the people from the problematic situation they find themselves in. However, the church has a mandate, a mission to fulfill, and it can be done by following the classical missiological categories of the church’s mission: (1) Koinonia; the fellowship or community of the Spirit; (2) Leitourgia, the worship in the Spirit; (3) Kerygma, the proclamation of the “good-news” of the Spirit’s historical project; and (4) Diakonia, the service in and by the Spirit. This is how Dr. Villafañe’s book, The Liberating Spirit ends, by appealing to the church to walk in the Spirit. 

Tuesday, October 14, 2014

Is Death the End of Everything?

Introduction
            The purpose of this essay is to define what death is and to answer whether death is the end of human life, and what happens after death?  Is there another life?  This subject is relevant today because these are questions many are asking; and you can have multiple answers from which there is an absolute certainty in the Bible. We will not be focusing this issue from the scientific clinical point of view because it does not give us concrete answers about this important issue that has occupied human beings for millennia.
            The famous British scientist, Professor Stephen Hawking, has just declared that “Life after death is a fairy tale.”  The English scientist declared in an exclusive interview with the Guardian.[1] newspaper, once again focusing on his scientific research and deviating from religious beliefs, “there is nothing after the time when the brain stops functioning,” but it is necessary to “enjoy life and do good things in it.” He continues by saying, “I regard the brain as a computer which will stop working when its components fail.  There is no heaven or afterlife for broken-down computers; that is a fairy story for people afraid of the dark.”  The scientist also affirmed, “I have lived with the prospect of an early death for the last 49 years.  I'm not afraid of death, but I'm in no hurry to die.  I have so much I want to do first.  There is much that I want to do before.”  Contrary to this response in 1904, less than six years before his death, William James made a revealing statement in response to a questionnaire circulated by his former student James Pratt.  To the question, "Do you believe in personal immortality?" James answered, "Never keenly, but more strongly as I grow older." "If so, why?" "Because I am just getting fit to live."[2]
            From a rational point of view, science relies on the maxim, “I believe only in what I can see.”  This means accepting death as the end point.  Nevertheless, the scientific point of view is not the ultimate answer to these questions.  We must make room for the answers we get from the Bible and start from there.  There are substantial constructive works in pluralistic philosophy of religion on this subject; however, we will limit our perspective to the biblical evidence.  The expansive treatment of the topic in the Bible includes the prophets’, Jesus’, and Paul’s views.  Step into the intertestamental period, however, and the picture begins to change dramatically.  One encounters a stunning array of images of angelic metamorphosis, astral immortality, even apotheosis.  What is impressive is not just the clear evidence of belief in a beatific afterlife for the just, but the giddy profusion of different ways to imagine that afterlife. Echoes of astral and angelomorphic immortality persist in the New Testament, rabbinic literature, early patristic writings, and Jewish mysticism, whence they enter the full stream of Jewish and Christian thought.[3] We will give some treatment to the philosophical view, but very little.  When we study the biblical record, we see that there is no good reason to rule out the existence of an afterlife a priori.  
           Humans have come up with a set of beliefs about death being the end because the mystery that surrounds it is ever present.  We cannot escape death; it has been an enigma that humans have had the need to inquire about and wonder of its purpose in human existence.  Questions about death in the scientific knowledge have caused many to raise the issue from a rational perspective and empirical setting, thus putting aside religious beliefs.  However, this does not prevent the passage of time and ultimately, the arrival of death. This will bring doubts that will assail humans time and again and make them rethink their humanistic ideas.  At the bottom of all this is the idea that we would like to believe that there is life after death, because perhaps the fundamental question, why we are here may be answered.  Thus, life would be an infinite and perfect circle with a beginning and a definite purpose in which life continues in another form.
            The questions must be answered, but not in a scientific perspective, rather we must view it from an ontological or conceptual point of view.  Looking for answers in the scientific realm has caused many to view death as the end of existence, and not the cessation of life in its familiar bodily state.  Erickson referencing Louis Berkhof, posits that death is not the end of existence, however,  life and death, according to Scripture, are not to be thought of as existence and nonexistence, but as two different states of existence.  Death is simply a transition to a different mode of existence; it is not, as some tend to think, extinction.[4]  This is indeed Hawking’s thinking; extinction.  He uses the analogy of a computer to rationalize or to justify his believes that humans are objects, which exist for a moment in time and then cease to exist once death comes.  His analogy fails to answer the questions of death absolutely.  This is along the lines of Ludwig Wittgenstein’s assertion that “Death is not an event in life: we do not live to experience death.”[5] This kind of thinking is pure existentialism miserably cutoff from the joyful hope of the afterlife.  The apostle Paul gave evidence of a life well-lived expectantly waiting for his own death with the assurance of an afterlife (2 Cor. 5:1-10; Phil. 1:19:26)[6] in which he will enjoy God’s presence.  In his last letter to Timothy there is a triumphant tone in the words of the Apostle when he refers to his impending death.  He presented death as a sacrifice, a libation poured out before the Lord (2 Timothy 4:6). Paul saw his death for Christ as participation in His redemptive suffering.
Crucial questions to consider
            In this research, we will answer four crucial questions that will give a philosophical and theological perspective to these four questions.  As it was mentioned before, the approach of this research will be to look at death from a spiritual view since it will provide us a perspective in which life can be seen as continuous even after death.  In order to do away with the fear of the unknown, we must answer these four crucial questions that will provide us the necessary foundation to know what is death, and if there is an afterlife.  These questions are:
1.      What is death?
2.      Is death the end of human life?
3.      What happens after death?
4.      Is there another life? 
  Death
           Humans are indeed speculative beings.  We look at a dead body and wonder, whether this is the end or the beginning of another life.  We ponder on the cause of death, puzzle over the fundamental meaning of it, search for a purpose in the cycle of life, and still find ourselves without answers.  Great challenges often evoke great responses, as Arnold Toynbee has reminded us.[7]  Thus, we cannot give up the claim to know the nature and purpose of death.  For the ignorance of the nature and purpose of death is indeed the cause of all our fears of the unknown or as professor Hawking says “… a fairy story for people afraid of the dark.”  His use of the word “dark” implies looking at darkness as a state of nothingness which is particularly implausible.
           Yes, his claim is both subjective and seemingly inessential to our view of death as a transition to immortality.  Moreover, it would seem his talk of darkness confines it scope to the scientific view that the average number of photons being received per square meter per second is not sufficient to produce light.
What is death?
One fact about death is that there is an unwillingness to face the inevitability of one’s death;[8] however; to come to terms with this reality, there must be the acceptance of it; there is no way around this fact.  To our existentialist society, this is a hard reality to accept because they believe that death is the end of the process and the end of everything; a meaningless natural sequence.  All that is left once the body is consumed is dust.  The remaining vestiges of a life that struggled with all its might to put away death, which drove death as far as possible of its reality, kept it at a distance, and did not want to admit that it will occur.  While disagreeing with the existentialist as to the meaning of death, the Christian agrees as to its reality and inescapability.[9]
 What is death, however?  From a physical point of view, it is the cessation of life in our physical body as we know it.  This is the basic definition science accepts.  This was the belief of the philosopher David Hume (A. D. 1711-1776), who questioned the immortality of the soul, because he believed that all knowledge comes from the sensory perceptions of the body.[10]  Since the death of the body marks the end of everything, it is impossible to have conscious existence after the death of the body happens.  Death, then, looked from this scientific perspective is thus the extinction of life.  However, if the possibility of being the extinction of life is accepted as a scientific fact without concrete evidence, would it not be plausible also of being a transition to another life a possibility we can accept? Can one possibility exist and not the other, and can we conclude that to make the one possible, the other has to be made possible also?  One has to cancel out the other. 
             Addressing the issue of death, the Second Vatican Council said:
The riddle of human existence is at its strongest.  Human beings experience not only pain and the progressive breaking down of the body, but also, and even more, the fear of everlasting extinction.  But they are judging correctly in the instinct of their heart when they reject with revulsion the complete destruction and final ruin of their person.  The kernel of eternity in human beings cannot be reduced to mere matter and struggles against death.  But all the precautions of technology, however useful, are unable to assuage human anxiety.  The temporal extension of biological life is unable to satisfy that longing for a further life which lives unconquerably in the human heart.[11] 
             The scientific view posits life as existence and nonexistence, rather than the view presented by the biblical text as two different states of existence.[12]  It was God’s intention for the human race to live eternally, but as a result of sin (Gen. 3:3), death came.  Thus, there is a profound truth in the thought of death as the consequence of sin.[13]  Paul, standing in the intellectual perspective of Old Testament understood death as a natural sequel of sin.[14]  He wrote, “Therefore, just as sin entered the world through one man, and death through sin, and in this way death came to all people, because all sinned” (Rom. 5:12)—however, death was not the extinction of existence, but the separation from God.  Erickson concludes “[d]eath, then, is not something natural to humans.  It is something foreign and hostile.”[15]  We could expand Erickson’s insight to make the point that death is a curse, but not to the believer.  As Paul puts it, “When the perishable has been clothed with the imperishable, and the mortal with immortality, then the saying that is written will come true: ‘Death has been swallowed up in victory.’  ‘Where, O death, is your victory? Where, O death, is your sting?’ The sting of death is sin, and the power of sin is the law.  But thanks be to God! He gives us the victory through our Lord Jesus Christ” (1 Cor. 15:54-57).  From a Christian perspective then the fear of everlasting extinction is unwarranted.  The kernel of eternity is ever-present in human life. 
Jesus, addressing his disciples, said:  “Very truly I tell you, unless a kernel of wheat falls to the ground and dies, it remains only a single seed. But if it dies, it produces many seeds” (John 12:24).  This statement, although considered a parable, is but an image taken from nature and therefore, has a profound truth embedded in its relationship to human beings, and it gives us evidence that death produces life.           
Is death the end of human life?
            It is not true what science would have us to believe, “Death is the end of human life.”   No, it is not the end of human life; however science would have us to believe that it is.  Wiley and Culbertson as a foundation of the immortality of the soul have rightly surmise “The "psychological argument" is based on the nature of the soul is essentially immaterial and indivisible, therefore, indestructible. Theteleological argument” argues that the soul cannot fulfill its promise in this world; hence the need of another world and another continues existence to achieve its full complement of blessedness. Finally, the “moral argument”, as presented in individual and social aspects, says that man in this world does not always receive justice. So a mere annihilation will not permit levels of corresponding punishment to different degrees of guilt.”[16]   
            The scientific perspective seeks to reduce death to a simple dimension without taking into consideration its metaphysical component.  “If universal nature,” declares Lucretius, “should suddenly utter voice and thus upbraid any of us: ‘what cause you have you O Mortal thus excessively to indulge in bitter grief? Why do you groan and weep at the thought of death? … Why do you not, O unreasonable man, retire like a guest satisfied with life and take your undisturbed rest with resignation. …. Everything is always the same…. All things remain the same even if you should outlast all the ages living; and still more would you see them the same if you should never come to die.’ ”[17]  Lucretius’ thoughts rightly express what would be the state of mind of humans living with the idea that immortality is unreal.  If immortality is unreal, then what would be the significance of having hope?  Hope is predicated on the idea that we will be emancipated from the grip of death to life of immortality.  Thus, humans are “saved by hope” because the dissolution of death is the result of life after death when one is in Christ.
            Death is not the end of everything, but the beginning of immortality.  When finis comes, it is not the telos of our existence, but the transition to a state of eternal life.  We must admit; this statement can be accepted only “by faith”; for it must be accepted from the vantage point of immortality above extinction, which no human being can claim to have possession but only through faith alone.  From such a vantage point, immortality is credulous, even if it should be impossible to prove empirically.  It is credulous because immortality gives of the hope that death would not be the final predicament of humans.  If death is the final predicament of humans, then we are mere animals trudging through life without a future because we do not transcend our temporal life but live in a continuous state of mere existence.
What happens after death?
            Science tells us that when your heart stops beating, there is no blood getting to your brain. And so what happens is that within about 10 seconds, brain activity ceases —and death ensues.  Looked upon from the scientific perspective, this is the end.  Other physical phenomena occur, but we will just leave it there.  What concerns us in this essay is the other aspect of death science does not want to explore; the part of death where the spirit[18] leaves the body and returns to God.  The oldest idea that comes from tradition is of the immortal soul, which, after the death of the body, leaves the strange land of this mortal life and returns to its eternal home.[19]  
           Where do we go to get a truthful answer for this question about what happens after death?  Do we trust science to provide us the answer?  However, how do we know it will provide us the right answer?  As it was mentioned before, science would only give us the clinical answer and not the metaphysical answer.  Who are we to believe—and why?  These questions lead us to the inescapable conclusion that if we cannot rely on science to provide us the answer, then we must go to the Bible to provide us the answer because for centuries the Bible has been the source to go to for answers, which go beyond the physical realm; it tells us positively what happens after death.
           Moltmann asks, “If the Christian hope in the resurrection differs so completely from the theory of the immortality of the soul, then in this life that is headed for death, nothing will remain and sustain and make man invulnerable and immortal? He then affirms, “According to the Christian conception, God will raise the dead by His Spirit of life.”[20] In relation to man's death, Ecclesiastes 12:7 states: "and the dust returns to the ground it came from, and the spirit returns to God who gave it.”  Now, about the spirit of man it says in the Old Testament that is breathed into man the breath of God (ruach of God) and gives life, and after death it returns to God: "In your hands I commend my spirit", Jesus uttered from the cross. (Ps. 31:6, Lk. 23:46).  The Spirit of life that comes from God and returns to God, is immortal.[21]
           We have in the Old and New Testaments authoritative teaching regarding the immortality of man.   It does not hesitate ever of the immortality of the soul.  However, when studying the “spirit” or “soul,” caution should be taken to distinguish the spirit of man from the beasts.  The conviction of a life beyond death is presented with certainty in the Scriptures (cf. Ecclesiastes 3: 21; Job 19: 25-26; Psalm 90: 10). The New Testament is replete with the teaching regarding the immortality of human beings.  Our Lord himself declared: “Do not be afraid of those who kill the body but cannot kill the soul. Rather, be afraid of the One who can destroy both soul and body in hell” (Matthew 10: 28).  It is evident here that the soul and the body are not identical and that to kill the body is not to kill the soul.  This is what Jesus Christ is teaching here (see also Luke 12: 4-5; Matthew 17: 3, 22: 31-32; Luke 16: 22, 23; 23: 43, 46; Acts 7: 59).  Paul declared victoriously, “And if the Spirit of him who raised Jesus from the dead is living in you, he who raised Christ from the dead will also give life to your mortal bodies because of his Spirit who lives in you” Romans. 5:11).  Based on what we have argued biblically, we now know what happens after death. 
            What is left of to answer in our essay is, is there another life?  Based on what we have written thus far the answer is, yes, there is another life.  To this, we will dedicate the next portion of this essay.   
Is there another life?
              The question, is there another life?, or should we say does our life continuous after we die? These questions, then, can be answered positively.  We can base our answer to the questions on a text from the Scripture because “… to appeal to God and his word acquires new relevance to the lives of human beings, especially if it appears as the only reasonable answer to the question of survival after death.”[22]  Indeed, we have shown that in God’s word, we will get the “only reasonable answer” to our questions about death.  Jesus’ story of the rich man and Lazarus is an excellent Scripture which shows us that there is another life after death.  We can learn several things about the next life from this story. First, this is a story of contrasts. On earth, one man is rich and the other poor.  In the next life, the poor is comforted and the rich is tormented.  They both received their recompense based on their earthly life. The rich man later wants to warn his family members of what awaits them when they died.  He wants Lazarus to go back and warn his brothers, but Abraham replied, ‘They have Moses and the Prophets; let them listen to them.' The rich man replied, ‘No, father Abraham,’ he said, ‘but if someone from the dead goes to them, they will repent.’  Abraham replied, 'If they do not listen to Moses and the Prophets, they will not be convinced even if someone rises from the dead’" (Luke 16:19-31). The story reveals that once both men died, their lives continue in another realm.  One went to Abraham’s bosom (paradise), the other to the place of torment. The point in this research is not the reward and punishment in the afterlife, but the fact that life continues and there is consciousness.  Thus, after death, each person will maintain their individual identity, which will be completely untouched by experiencing death.  Zaleski posits:

Against the charge that soul-talk is superfluous, there is the common witness of humanity that some language of this sort is necessary to capture the full range of human experience. Long after the human genome is completely mapped, and the neurophysiology of awareness and cognition thoroughly understood, we will still stand in awe before the mystery of consciousness and selfhood. We may be made in the image and likeness of a mouse, genetically speaking, but our kinship with the mouse is a kinship with life that is perishing.  There remains an irreducible quality to our experience which tells us that we are not perishing with it, that we are also made in the image and likeness of another, whose code is transcendent.[23]

           The rich man was conscious and aware of his surroundings.  He felt his torment; he was aware of his brothers, and he was worry about them.  Nothing much is said about the poor man since he found himself in a state of bliss where he was being rewarded for his time of suffering on earth.  The glimpses of the future afforded by this story are designed not to satisfy our curiosity about the unknown, but to provide us a concrete picture of life after death.  It gives us a picture, according to Zaleski:

“…of the interim period between the death of individuals and the general resurrection of the dead.  Where are the dead? What are they doing? According to St. Paul, the dead are with Christ, and the Holy Spirit is their pledge of continued existence in God's hands.  To convey this sense of continuity, the New Testament and early Christian sources employ a rich array of images, all of Jewish origin: the dead sleep or wake; they are in Sheol or in a place of heavenly refreshment, light, and peace; they are gathered to the fathers or resting in the bosom of Abraham; they are sheltered under the altar or hidden under the throne of God awaiting the final redemption.”[24]

            Science can only go so far as their empirical knowledge takes them.  Many will hold steadfast to their scientific position, however there is the Scriptural testimony that death is not the end of everything, but the transition to eternal life.  These words may sound foreign to someone who has relied on science to provide all the answers; nevertheless, the biblical account offers us a more plausible source we can come to for answers. 
 Conclusion    
This was a most interesting and illuminating essay; I was challenged to comb through the books of the Old and New Testaments, Paul’s letters, and the writings of some of the best scholars in the subject on death and immortality.  In this essay, we have shown that death is not darkness as Hawking puts it; nor is death the extinction of life as science posits.  Neither is death a nonsensical unknown.  For the Christian and the non-Christian alike, death is a transition to eternal life; to live with or without God eternally.
We do not deny that death is a painful and a sorrowful experience to bear.  However, the Christian believer should not worry about physical death because it is not the end but the beginning.  Given, however, that what gives death its sting is not that the body dies and corrupts in the grave, but what lies beyond the grave.  This is what troubles many; the idea of immortality versus the extinction of life.  The objective non-empirical reality of immortality can be obtained only by living a life of union with God on earth with a firm conviction of faith and of reason that surpasses any theorizing that denies the afterlife. 
Our Christian faith affirms that we will live and reign eternally with Christ.  This will happen after we are raised from the dead to be with Christ forever.  This was the scandalous resurrection teaching the Apostle Paul so ardently made the foundation of the Christian faith in Jesus Christ.  In First Corinthians he wrote:

Now, brothers and sisters, I want to remind you of the gospel I preached to you, which you 
received and on which you have taken your stand. By this gospel you are saved, if you hold 
firmly to the word I preached to you. Otherwise, you have believed in vain. For what I
received I passed on to you as of first importance: that Christ died for our sins according to 
the Scriptures, that he was buried, that he was raised on the third day according to the 
Scriptures, but if it is preached that Christ has been raised from the dead, how can some of 
you say that there is no resurrection of the dead?  If there is no resurrection of the dead, then
not even Christ has been raised.  And if Christ has not been raised, our preaching is useless 
and so is your faith. [25]
   
Even so, some five or so centuries earlier, Job affirmed “I know that my Redeemer lives, and at last he will stand upon the earth, and after my skin has been thus destroyed, then from my flesh I shall see God.” (Job 19: 25–26).[26]  This is the kind of faith we have been talking about throughout this essay.    
The scope of this essay does not allow me to continue elaborating on this matter, so I will only remark, first, that I regard this subject a genuinely interesting one meriting further study from a biblical perspective; second, that while it presumes the immortality of the soul, in context that is not problematic, and the conclusion adds interestingly to the biblical  assumptions which we have alluded hitherto; third, that pursuing a scientific perspective can be vital, however, it cannot stand against the biblical testimony; fourth, that the character of the subject about death and its relation to immortality ought to be studied with faith and an open-mind; and fifth, that death and immortality are part of the human make-up, and the argument against the afterlife is not acceptable because God is the giver of life and his intention was for humans to abide with Him eternally.
 A person that believes in God cannot accept that he is the God of the dead.  Jesus told the Sadducees, “He is not the God of the dead, but of the living. You are badly mistaken!” (Mark 12:27).  They were badly mistaken because they believe in God, but not in the resurrection of the dead.  In this respect, therefore, I pray that we forge ahead with the strength and faith to refute the skepticism about the resurrection of the dead and the afterlife that awaits us whether we believe it or not.  Because the consequences so far as belief in immortality are concerned, will have an effect on how we live here on earth.  Therefore, our eschatology and ethics of living are inextricably linked.  For example, the Apostle Paul in his letter to the Corinthians exhorted them to be consistent and enthusiastic in their service: ‘Therefore, my dear brothers, stand firm, let nothing move you, always devote yourselves fully to the Lord’s work in the knowledge that your labor in the Lord is not futile’ (1 Cor. 15:58).    
I want to end with two points about New Testament eschatology.  First, although we have been talking about life after death, the main object of Christian hope is Christ.  We definitely ‘wait for ... the coming of the day of God’ and for ‘new heavens and a new earth in which righteousness dwells’ (2 Pet. 3:12-13) and ‘seek for ... immortality’ (Rom. 2:7), but the ultimate purpose of our hope is simply ‘await a Savior, the Lord Jesus Christ’ (Phil. 3:20) who will himself set in motion everything we have been talking about upon the arrival of the kingdom of God.  So our eschatological focus is Jesus Christ rather than the last things which will occur upon His return.
Is death the end of everything?  No, death is the unfolding of an eschatological process that begins when we are born and will continue for eternity. 
  
REFERENCES

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Citas


                [1] Ian Sample, Stephen Hawking: ‘There is No Heaven; It’s a Fairy Story’, the guardian, 15 May 2011.                 http://www.guardian.co.uk/science/2011/may/15/stephen-hawking-interview-there-is-no-heaven (accessed                 November 13, 2012).
       [2] Carol Zaleski, “In Defense of Immortality,” First Things: A Monthly Journal of Religion and Public Life no. 105 (Aug/Sep 2000): 36-42, http://web.ebscohost.com/ehost/pdfviewer/pdfviewer?sid=49c167b5-70a6-432a-9871-40af891c1b17%40sessionmgr14&vid=17&hid=11 (accessed January 22, 2013).
                [3]Ibid.
                [4] Millard J. Erickson, Christian Theology, 2nd ed. (Grand Rapids, Mich.: Baker Academic, 1998), p. 1175.
                [5] Jürgen Moltmann, La venida de Dios (Spanish Edition) (Salamanca: Ediciones Sígueme, 2004), p. 79.
                [6] This and subsequent citations are from The New International Version (NIV) Bible a registered trademark
                of Biblica, Inc.™..
       [7] Robert P. Wolff, ed., Ten Great Works of Philosophy (New York: Signet Classics, 2002), x.
                [8] Erickson, Christian Theology, p. 1174.
                [9] Ibid., 1174.
                [10] See David Hume, A Treatise of Human Nature (Published in 1739).
                [11] Pastoral Constitution on the Church in the Modern Word (Gaudium et Spes) no. 18.
                [12] Erickson, Christian Theology, p. 1175.
                [13] John Macquarrie, Principles of Christian Theology, 2d ed. (New York: Holiday House, 1985), 266.
                [14] Wolfhart Pannenberg, Antropología en perspectiva teológica (Salamanca: Ediciones Sígueme, 1993),                173.
                [15] Ibid., 1177.
                [16] H. Orton Wiley and Paul T. Culbertson, Introducción a la teología cristiana (Kansas City: Casa Nazarena de Publicaciones, 2006), 453.
                   [17] As quoted in Reinhold Niebuhr, Nature and Destiny of Man Volume II: Human Destiny (New York:       Charles Scribner's Sons, 1964), pp. 8, 9.
                 [18] Note: For the purpose of this research, when referring to man’s spirit or soul, the terms are used interchangeably.  The terms are etymologically loaded with meaning; however, we will not elaborate on   them since the purpose of this research limits the scope of our research.
                [19] Moltmann, La venida de Dios, p. 83.
                [20] Ibid., p. 105.
                [21] Ibid., 106.
                [22] Hans Waldenfels, Teología fundamental contextual (Salamanca: Ediciones Sígueme, 1999), 180.
                [23] Carol Zaleski, “In Defense of Immortality, p. 37.  
                [24] Ibid., p. 38.
                [25] 1 Corinthians 15: 1–4, 12–14.
                [26] Job 19: 25–26